Pero, cuando la noche avanzaba, la lluvia arreció. Nosotros nos despertamos a las cinco de la madrugada y vimos por la ventana que llovía. Telefoneamos a la recepción y nos digeron que la procesión, de las más importantes de la Semana Santa, no había salido.
Por la mañana nos dirigimos hacia la catedral, para visitarla, pues dentro seguro no nos mojaríamos. En ciertos momentos por las gárgolas que desaguan en el patio del claustro caía abundante agua, como para no estar en medio de la plaza de la catedral.
Visitamos primero el museo catedralíceo, luego dentro del mismo subimos al piso superior, donde se encuentra la rica colección de tapices, y finalmente visitamos el interior de la catedral. Después nos quedamos en la misma, para participar en el oficio de la Pasión del Señor correspondiente al Viernes Santo.
A la salida seguía lloviendo no tan intensamente como por la mañana y siguió la peregrinación hasta encontrar un restaurante para comer, pues este día gran parte están completos, de no haber reservado con días de antelación. Tras cruzar toda la Zamora antigua ya en la zona moderna encontramos un restaurante, donde nos aceptaron.
Cuando salimos de allí, por fin había terminado de llover, pero se levantó un fuerte viento. Al dirigirnos hacia el centro otra vez nos encontramos desilusionados cofrades que volvían a sus casas, pues habían anulado también la procesión de la tarde por lluvia y por viento. Algo había que mostraba su irreversibilidad, pues algunos cofrades llevaban flores con las que habían adornado los pasos.
Ante la anulación de la procesión yo medí una vuelta por los márgenes del río Duero, donde comprobé la previsión de viento.
Finalmente por la noche asistimos a la procesión de la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustías.
Todas las fotos están hechas por mí
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