domingo, 22 de enero de 2017

Camino Sanabrés. Silleda

Se pasó casi toda la noche lloviendo.

Por la mañana lo mismo. Preparé mi café con leche y mi desayuno, jamón en dulce y queso con pan de Cea. Le preparé al francés un café, pues sabíamos que a esa hora el bar estaba cerrado.

Como la lluvia en ese momento era insistente y había alerta naranja en toda esa zona por tempestad, lluvia y viento y ya sabía como se las gastaba por la tarde anterior, decidimos el francés y yo que lo más sensato era hacer esa etapa en autobús. Dentro del albergue había un letrero con los horarios del autobús según el día de la semana, pues ese día era domingo y la frecuencia era diferente.

El francés se puso unos pantalones impermeables encima de los pantalones, un chubasquero. Yo como no había sido previsor y como el recorrido hasta la parada del autobús solo eran los 500 metros calculados el día anterior no me puse el chubasquero, si no solo la chaqueta impermeable. Y así los dos nos fuimos a la parada del autobús.

El bar Cantón seguía cerrado. Durante más de media hora un grupo de cazadores esperaba a que abrieran, pero nada. Me comentó el francés que le dijeron que en el remolque llevaban 20 perros, supongo más apretados que sardinas en lata. Desesperaron y se fueron pocos minutos antes que finalmente abrieran el bar. La espera suponía que en la zona no habían más bares abiertos.

Al rededor de las 10 de la mañana llegó el autobús que nos llevó a Silleda. Al principio no llovía, pero luego cambió de pensamiento, pero sin llegar a la lluvia del día anterior.

A la hora convenida llegamos a Silleda. Yo tenía la dirección de dos hostales, pero nadie conocía ni el hostal ni la dirección. Como cerca estaba la iglesia parroquial, nos acercamos al albergue de santa Olaia, pero nos lo encontramos cerrado, ya que solo abría en verano.

Preguntando, nos dijeron donde estaba el Albergue Maril y allí fuimos. Éste figura en las guías como Albergue Turístico Silleda.

Nos presentamos en el bar, donde nos registramos y nos dieron las llaves de sendas habitaciones en el tercer piso y de la puerta de entrada. En mi caso me tocó una habitación con una cama de matrimonio, con televisión, una galería con una mesa y dos sillas, pero que no apetecía estar. Al francés le tocó una habitación con tres camas, pero como no vino ningún peregrino más, le quedó para el solo. Para ir al lavabo tenías que ir al pasillo. También había una cocina equipada, totalmente diferente a la despoblada cocina del albergue de Orense.

Pregunté a que hora hacían Misa y me dijeron que a las 12 horas, por lo que después me fui a la iglesia.

A las 12 eramos cuatro gatos, pues a esa hora rezaban primero el santo Rosario, comenzando la eucaristía a las 12:30.








Por los charcos se puede apreciar que había llovido con ganas











Después me fui al supermercado que solo abría por la mañana para comprar algunos alimentos para cenar,pues pensaba almorzar en el restaurante y desayunar al día siguiente en el bar que abrían a las 07 de la mañana, si bien no pensaba salir hasta más tarde, pues no amanecía hasta pasadas las 8 de la mañana.


Vistas desde la cocina




A la hora del almuerzo fui al comedor del restaurante.




Como habéis visto, de primer plato había arroz de carne y de segundo carne a la plancha que primero me dieron dos trozos con acompañamiento, pero luego me ofrecieron un tercer trozo que fue el que fotografié. Luego el postre, café y copa de chupito de orujo. Terminado me subí a la habitación para descansar, pues no se podía hacer nada más.

una planta con flores en la entrada del albergue

A la mañana siguiente, seguía la alerta naranja por temporal y tras una noche tranquila no hizo más que amanecer, para volver a llover... y como dicen que, si al amanecer llueva, ya llueve todo el día. Volví a reconsiderar mi continuidad en el Camino.

El francés lo tenía muy claro, él que había empezado en Sevilla tenía necesidad de seguir andando.

Yo no lo tenía tan claro, pues no había sido previsor como él con pantalones impermeables, un chubasquero en condiciones y otras cosas que me apunté para una nueva ocasión otoñal o invernal. Siempre he aprendido algo, para tenerlo en cuenta en siguientes tramos del Camino.

Bajé con la mochila y empecé a desayunar.

Como despedida le hice una fotos a Carlos frente a la barra del bar.


Estaba satisfecho, porque en dos días había podido volver al Camino con la tranquilidad de no orinar sangre como antes de la operación y tras solventar el problema de los últimos años, en que raro era el año que no me saltara alguna uña del pie derecho. También estaba contento, pues había podido hacer suficientes fotografías para mi felicitación navideña sobre el Camino.

Os preguntaréis por los dos motivos anteriores.

El primero que hace ya ocho años, cuando entonces estaba en Belorado (Burgos), Camino Francés, tras comer y al ir al lavabo oriné sangre coagulada, como si orinase vino tinto, Sangre de toro. Tras dos litotricias (litiasis) a la tercera va la vencida, el tamaño que habían llegado a crecer las piedras era imposible romperlas en un tiempo adecuado, por lo que optaron a una cirugía abierta, aprovechando para reducir el tamaño de la próstata, causante de la retención de las piedras y su posterior crecimiento (me sacaron cuatro piedras mayores de 26, 20, 18 y 15 mm de diámetro).

El segundo que el pasado año me enteré que no tengo los dos pies del mismo tamaño. Así mientras que el pie izquierdo tiene la talla 43 que siempre tenía, el pie derecho tiene la talla 44-1/2, por lo que aunque me compraba las botas con un número más, siempre era insuficiente para albergar un pie más grande, sufriendo las uñas especialmente en verano.

Finalmente decidí coger el autobús. Al principio como burla dejó de llover, pero poco antes de cruzar el río Ulla, el tiempo se animó, empezó a llover en todas las direcciones con fuerte viento.

Cuando llegué a Santiago se levantó una tregua que duraría poco. Al salir de la estación de autobuses en búsqueda de un supuesto albergue abierto que en realidad estaba cerrado. El tiempo se iba incomodando hasta que zasss, remojón en todas las direcciones. Empapadito, pero a la espera de encontrar un refugio final.

Recordaba que hacía cuatro años estuve en Santiago, aprovechando que aquel año ya tenía pagado el viaje de vuelta en avión (me tuve que volver antes pues había saltado una uña del pie derecho con peligro de infección), fui a un hostal, al que volví esta vez.

La pareja de toledanos tenían previsto llegar a Santiago el lunes, pero yo no vi rastro de ellos en Santiago y a pesar que los peregrinos solemos callejear por los mismos sitios y a finales de noviembre pocos transeúntes iban por Santiago.

El francés tenía previsto llegar el martes, pero lo mismo.

Tampoco los vi en la misa del peregrino del lunes ni del martes, habitual para todos los peregrinos que terminan su camino, sea de la creencia que sean. Tampoco los nombraron en la misa del peregrino como llegados a Santiago, cuando pasan por la oficina del Dean a recoger la Compostelana.

Esto se explica que a todos el temporal les cambió sus etapas previstas.

sábado, 21 de enero de 2017

Camino Sanabrés. Del monasterio de Osera a Cea.

Os preguntaréis este peregrino se vuelve hacia atrás, pues sí, y gracias que lo hice, pues al final del día me encontré con el primer temporal de otoño en Galicia que salía a mi encuentro.

Ya el día anterior sopesaba que camino iba a seguir. Quería volver a pasar por el monasterio de Osera, pues mi anterior vez fue en 1976, antes de empezara la restauración del monasterio. Entonces la joya del monasterio era la Sala Capitular.

La descripción del itinerario entre el monasterio y Castro Dozón por la montaña no me daba confianza, pues había varios tramos que me daban inseguridad, ya que yo voy siempre solo, salvo que aparezca algún peregrino misericordioso que le de lástima este caminante.

Por otro lado disfruté mucho en el tramo de Cea al monasterio, pues hice infinidad de fotos, como lo habréis podido ver. Hay que tener en cuenta que en este año he utilizado, como en años anteriores, una máquina compacta digital. Por lo que la secuencia frente cada foto era sacarse el guante de la mano derecha, sacar la cámara que llevaba colgada del cuello, pero dentro de la chaqueta, conectarla, accionar el zoom, para hacer el encuedre deseado, hacer la foto. Si no preveía que pronto iba a hacer otra instantánea, desconectaba la máquina y me la volvía a poner dentro de la chaqueta.

En el monasterio me pude sumar a un grupo de jubilados de Valladolid que iban a visitar el monasterio a las 12 del mediodía, suerte, pues por lo que me comentaron después, no siempre se alcanza un número mínimo de visitantes y, como la visita se realiza con guía, se retrasa el comienzo de la visita. La visita duró una hora. Ya eran pasadas las 13 horas. Los poco más de 10 kms por montaña no me daban seguridad, pues en el albergue de Cea eramos tres peregrinos. Una pareja de Talavera de la Reina (Toledo), Paula y Carlos, habían salido del albergue unos minutos antes que yo y yo no los volví a ver, pues ellos tenían previsto pasar por Osera, Castro Dozón hasta llegar a Laxe con 38 Kms de recorrido.

Yo pensé que regresaría por la carretera hasta Cea, donde seguiría el camino oficial que no pasa por el monasterio, siguiendo la carretera.





Cuando llegué a Cotelas, pasé por la iglesia parroquial rodeada por el cementerio, donde habían dos mujeres, una carretilla, arreglando las flores, para que estuvieran todas preciosas, retirando las marchitas. La mayoría de las flores eran de plantas en macetas.

Iglesia de Cotelas, rodeada por el cementerio







Luego seguí y a la salida del núcleo urbano me encontré un taxi. Entonces ya eran las 15:30 y solo me quedaban menos de tres horas de luz y aún unos 10 kms de camino. Lo prudente era coger el taxi.

Primero le pregunté que me costaría el viaje y me dijo que por 11 € me llevaba, pues vamos, dejé la mochila en el portaequipajes y me fui para allí.

El taxista me comentaba que ya en esta época del año al atardecer se veían merodear lobos, más motivo para tomar una retirada estratégica.

Cuando llegamos a Castro Dozón empezó a llover con mucho viento. Le pregunté, donde podría comer algo, pues salvo alguna barrita energética y un par vasos de café con leche de mi termo. Por ello el taxista me dejó en el bar el Cantón, unico bar de la población, donde en el sótano había un supermercado que por lo tanto también era la única tienda de alimentación.

Pregunté, si tenían comida caliente, y me dijo el cuento de que la cocinera ya había terminado. Digo el cuento, pues un francés que me encontré en el albergue fue a cenar y la cocinera no estaba. Lógico que no tuvieran cocinera en unos meses que los peregrinos son muy escasos.

Mientras me comía un contundente bocadillo de jamón del país con Coca-cola que me sentó a gloria, a fuera se estaba armando la marimorena. Tras esperar buen rato, para ver si aquello amainaba y aunque delante había un supuesto letrero que decía albergue a 200 metros, decidí que tenía que tener mi bautizo de agua. El temporal era fuerte con lluvia y viento, el agua no caía desde arriba como en la ducha, si no de frente a ráfagas. Me puse mi chubasquero, un sombrero de pescador, pues con el gorro del chubasquero se me empañan las gafas y no veo nada y sin gafas aún es más peligroso.

Con la mano derecha aguantaba el sombrero, pues se me lo llevaba el viento, y el bastón telemétrico, con la mano izquierda intentaba mantener la compostura del chubasquero. Los pantalones sintéticos que habían soportado lluvias en otros tramos del Camino, parecían una esponja ante el agua de frente. Finalmente llegué al albergue. Estaba abierto por lo que pude entrar. Había un número de teléfono y la hospitalera me dijo que podía pasar, escoger una cama y que ella al rededor de las 18 horas pasaría para registrarnos.

Tras escoger una cama baja de una litera.

Pasadas casi dos horas la lluvia y el viento amainaron, por lo que antes de ducharme y cambiarme de ropa, decidí volver a la tienda de alimentación, para comprarme algo para cenar y la leche para prepararme el café con leche para rellenar el termo y con el resto desayunar. Como vi en mi tortuoso camino al albergue que la supuesta distancia entre el albergue y el bar no eran los 200 metros, me dediqué a contar pasos. Del albergue a la cancela de entrada al recinto había 130 pasos (más de 90 metros) y de la cancela al bar 580 pasos (más de 400 metros), la suma superaban los 500 metros. Tendrían que castigar al autor del letrero a recorrerlo de rodillas y la próxima vez sería más exacto.

Luego regresé al albergue, me duché, me cambié la ropa, me preparé la cena, cené y me acosté en espera de que el nuevo día fuera mejor.

Supongo que a la pareja toledana le pillaría el temporal mucho antes de llegar a su destino, por lo que debieron cambiar los planes.

jueves, 19 de enero de 2017

Camino Sanabrés. Monasterio de Osera (Oseira) y 6

El Cister

En el año 1075 Roberto de Molesmes funda el Monasterio de Molesmes que sigue la regla benedictina, monasterio que despierta vocaciones, crea prioratos y recibe donaciones. El monasterio empieza a escaparse de la Reglas que creó San Benito y Roberto, Esteban y Alberico, monjes cluniacenses, piden permiso al  arzobispo de Lyon, y legado del Papa Hugo para marcharse.

El 21 de marzo de 1098 Roberto, Alberico y Esteban crean junto con otros 21 monjes el Nuevo monasterio, en un lugar boscoso y pantanoso llamado Cistels (juncos en francés antiguo), en el que pretenden la observancia de la Regla de San Benito.

Años más tarde Roberto es obligado por el Papa Urbano II a volver a Molesmes para ocupar el puesto de abad.

Alberico asume el puesto de abad en el nuevo monasterio que es puesto bajo la protección del Papa Pascual II y que aún tiene un futuro incierto. Fallece en 1109.

Después de su muerte el monasterio esta sumido en la más estricta pobreza. La vida en el monasterio es muy dura, no hay vocaciones.

Esteban Harding es el encargado de sustituir a Alberico, que amplia la hacienda gracias a donaciones y a la contratación de legos para ayudar en los trabajos agrícolas. Junto a la prosperidad empiezan a llegar nuevos monjes, entre ellos el hijo del señor de Fontaine, Bernardo, seguido de 30 compañeros.

Al nuevo monasterio se le permite la filiación y así surgen otras abadías hijas como Ferte, Pointigny y Claraval, de la que será abad Bernardo. (Teólogo del Cister más celebre (1.090 – 1.153).

Se crean más abadías y Esteban dota a la orden de premisas para  no perder sus principios.

San Benito de Nursia

San Benito nace en el año 480, en Nursia, Italia central, en el seno de una familia adinerada.

Marcha a Roma a estudiar derecho, pero decide irse a vivir de ermitaño. En el año 529 se instala en la cima de Montecasino. Fundador de la Orden Benedictina, inició el monacato latino uniendo las tradiciones orientales de los anacoretas con la vida en común, su lema era ”Reza y trabaja-ORA ET LABORA”, y en el año 534 empieza a escribir su regla hasta su muerte en el 547.Muere a los 67 años y es uno de los padres de la cultura europea.

Curiosidades de la Regla de San Benito

(La regla de San Benito se inspiró en la Regla del maestro, primero se siguió en Inglaterra, después en Alemania y después en los reinos francos).

Se caracteriza por su claridad y ponderación, intenta guiar a los monjes tanto espiritualmente como en su vida material, garantizando el funcionamiento  de los monasterios que albergan comunidades autónomas.

En el monasterio se vive en la humildad, el silencio, la pobreza, la piedad, el amor y la obediencia.

Los monjes cenobitas son los que habitan en el monasterio y se rigen por una regla y un abad.

El novicio tiene que aprender la regla, acepta respetarla, y tras el noviciado hace los votos de obediencia, estabilidad y vida monástica, además de comprometerse a hacer voto de castidad y a vivir en la pobreza, humildad y piedad entonces es cuando se le dan los hábitos de monje.

El abad es elegido por sus hermanos, ha de guiarlos y velar por el respeto de la regla; debe de tomar las decisiones importantes tras haber pedido consejo al resto y debe de gobernar con rigor y con amor y benevolencia.

Si un monje comete una falta se le castiga apartándolo de la comunidad, los castigos corporales cuando el pecado es más grave y la expulsión es la pena más severa.

Fuente:  http://www.mosteirodeoseira.org/comunidad/cister.html



Fotografía del monasterio en los años 70's

Tarros de la botica del monasterio

Tarros de la botica del monasterio


vista de la entrada al monasterio y a la iglesia desde el arco de entrada al recinto

vista de la entrada al monasterio desde el arco del recinto


fuente junto al monasterio de Osera