El año pasado no pude recorrer el Camino en una época adecuada. En marzo padecí un cólico biliar que me causó una fuerte pancreatitis y otras complicaciones, por lo cual precisé de un continuo seguimiento médico, imposibilitándome poderme ir a hacer un trozo del Camino de Santiago, como era mi intención.
Pensé que lo podría dejar para final del verano o principios de otoño, pero la cosa se volvió a complicar por un pinzamiento lumbar que me dejó inmovilizado. Solo al cabo de unos meses, medicación y rehabilitación pude llegar a momentos de paz.
Como quería recorrer un trozo en el 2018. Finalmente decidí irme a Galicia de 4 al 10 de diciembre.
La forma más barata para ir hasta allí era coger el avión a Santiago de Compostela y de allí dirigirme al comienzo del tramo que podría recorrer.
En el 2016 hice un trozo que me faltaba del Camino Sanabrés, de Orense a Santiago, pues el 2002 tuve que abandonar en Orense por unas importantes molestias en ambas plantas de los pies que se hacían insoportables, cuando estaba estirado en la cama. Desde entonces vuelvo a llevar plantillas en los pies. Por eso entonces reemprendí el camino en Orense. La primera atapa fue hasta San Cristovo de Cea. La segunda desde esta población hacia Castro Dozón, pasando por el monasterio de Osera. La ruta era preciosa y tras tomas más de un centenar de fotografías llegué al monasterio sobre las 12 de la mañana. Aproveché que había un grupo que estaba visitando el monasterio, para unirme a él.
Salí de la visita a las 13:15, entonces no me vi en condiciones de seguir la ruta por la montaña, pues de los tres peregrinos que dormimos en Cea, dos iban por delante. Es decir, que detrás de mí no iba nadie.
Consideré más prudente, ya que estábamos a finales de noviembre, y como el día era corto, decidí regresar por la carretera. Nuevamente, cuando pasé por un albergue, restaurante y taxi, comprendí que los 14 kms que faltaban para Castro Dozón, no se podían hacer en las poco más de dos horas de luz que restaban, por lo que tomé el taxi que me llevaría a Castro Dozón. Primero me quedé en el restaurante para comer algo y luego iría al albergue. Mientras tanto se desencadenó el diluvio universal, el primer temporal de lluvia y viento en Galicia que afectaría la costa y el interior. Solo de andar los 500 metros que separaban hasta el albergue me mojé como un pito.
Al día siguiente como la lluvia persistía, un francés y yo tomamos el autobús... Diendo por finalizado el camino del 2016.
Digo todo esto, pues este año consideraba que lo más adecuado era empezar otra vez desde San Cristovo de Cea hacia Castro Dozón por el camino paralelo a la carretera nacional.
Primero fui desde el aeropuerto de Labacolla hasta la estación de autobuses de Santiago y tras esperar más de una hora, con otro autobús de línea a Ourense.
Por ello de Santiago de Compostela cogí el autobús hasta Ourense. Solo me dio tiempo para dar una vuelta por la ciudad, ir a comer a una pulpería y entrar un momento en la catedral, para visitar el pórtico del Paraíso e ir con un taxi a la estación de autobuses y coger un autobús que iba a San Cristovo, que en realidad era un autobús escolar que iba a recoger los alumnos del colegio de Cea.
Así pude llegar a Cea aún de día y hospedarme en el albergue, donde encontré a dos peregrinos que seguían la Ruta de la Plata, un gallego de Vigo y un ruso.
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nubes tomadas desde ela autobús que me llevaría hasta Ourense |
Una vez en Ourense cogí un autobús municipal desde la estación de autobuses hasta el centro, cerca del mercado municipal. Después di varias vueltas hasta que fuera hora para ir a comer.
Por fin encontré la pulpería, de la misma cadena en la que comí en el 2016, para reponer fuerzas.
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agua y vino |
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vino blanco de Ribeiro
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pulpo da feira |
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De segundo una costilla de ternera. |