viernes, 12 de septiembre de 2014

Prólogo del Camino del Norte 3

A la mañana siguiente tras cruzar la ría con una motora seguí la ruta de los bicigrinos, pues subir las más de cuatrocientas escaleras aún las subiría, pero me dijeron que el camino transcurría unos centenares de metros junto al acantilado y como voy solo, no era factible poner a prueba mi vértigo, por lo que fui a Pasajes de San Pedro y por la carretera que es más bien una calle con aceras me fui hacia San Sebastián o Donostia.

cruzando la ría entre Pasajes de San Juan y Pasajes de San Pedro


la motora cruza por 0,70 euros a los pasajeros de un lado a otro

Tendré dos compañeras de travesía

fondeada otra motora cubierta, supongo para los días de lluvia y para el invierno.


una peregrina holandesa que también pernoctó en Pasajes de San Juan



detrás de la ermita se encuentra el albergue, solo hay que bajar 180 escalones empinados




iglesia de San Pedro en Pasajes


En lo más alto de la suave subida me encontré con el restaurante Arzak. Por la hora estaba cerrado, pero se podía leer la carta con un Menú degustación por el módico precio de 195 euros, eso sí con el IVA incluido. A lo que habría que añadir las bebidas, pues con ese gasto no vas a tomar solo agua mineral, sino que un vino u otro vino ante la gran selección de tast, ...



Por la avenida de Navarra llegué a la playa de Zurriola antes de las nueve de la mañana. Pasé por delante del Palacio de Congresos Kursaal. Crucé el río Urumea y por la alameda del Boulevard llegué hasta el Ayuntamiento y la playa de la Concha, todo en marea baja, por lo que las playas eran inmensas.

playa de Zurriola

El Kursaal

pescando desde el Kursaal

puente sobre el río Urumea


Ayuntamiento


playa de la Concha


playa de la Concha con marea baja





Como era consciente de que era muy pronto visité la Catedral del Buen Pastor.

Catedral del Buen Pastor




interior de la catedral del Buen Pastor en San Sebastián





Volví al paseo de la Concha y tras pasar por debajo del Palacio de Miramar llegué a la playa de Ondarreta y desde allí me dirigí al albergue, del que en Pasajes no conocían su horario de apertura, pero como es habitual en los albergues públicos vascos no se abriría hasta las 16 horas. Tendría que esperar seis horas hasta que abriesen el albergue?










la playa de Ondarreta



El día estaba nublado, no hacía calor, según las fotocopias que llevaba indicaban que Orio se encontraba a unos 14,5 Kms, lo que supondría menos de cuatro horas hasta allí.

Sin saber que hacer pensé que lo podría intentar.

Para empezar no encontré las marcas para subir al Igueldo, pregunté a los lugareños y como si hablase chino, aunque ellos algunos hablan vasco que para mi no entiendo ni uno ni otro, finalmente encontré a una señora mayor que aunque desconocía por donde iba el Camino de Santiago, me indicó exactamente como podría subir al Igueldo. Esta fue mi primera vuelta, si bien subí de una forma más cómoda. Al final llegué arriba y el día se destapó, apareciendo el sol con toda su fortaleza.

el monte Igueldo bien soleado



Tras andar un kilómetro por el arcén/acera derecho de la carretera, hasta que aparece una carreterilla vecinal por la derecha que nos ofrecerá un paseo más cómodo. Primero me encontré a un francés de Borgoña, con quien dormí en Pasajes de San Juan. Más adelante nos encontramos con una mesa, dos sillas, agua y sellos para dejar constancia en la credencial. Durante unos kilómetros el camino es agradable, hace calor, pero se puede aguantar.







Ahora me pasa un nuevo grupo de unas ocho personas entre las que iba la holandesa, con la quien también dormí en Pasajes, como si viera un fantasma, pues suponía que yo me había quedado atrás, pero no sabía que ellos habían dado una vuelta de dos horas entre Pasajes y San Sebastián, mientras yo fui directo en poco más de una hora. Me pasaron como una exhalación. Al poco me encontré un grifo con un vaso al lado, para que pudiéramos beber.








Más adelante la carreterilla se convierte en camino y finaliza como una senda.


esta vaca me miraba fijamente, gracias que estaba sentada



El camino cómodo se convierte en una senda pedregosa, para arriba y para abajo. Seguro que por allí jamás pasó el camino medieval a Santiago. Primero me pasó un grupo de montañeros, de los que no hacen el camino, pues solo llevaban una sutil mochila, luego volví a ver un matrimonio que habíamos coincidido varias veces. A partir de entonces la soledad, ningún peregrino más me adelantó, eso sí me encontré caminantes en sentido contrario. Pasé por un riachuelo con un caño que recogía parte del agua.





Pasé por un tramo con signos de haber sufrido un incendio hace un par de año, sin árboles ni arbustos, solo con monte bajo que ya había brotado. Sin una sombra ni media, el termómetro de mi reloj marcaba 40ºC al sol (cuando llegué a Orio me comentaron que había alguna zona donde se producían columnas de calor y se alcanzaban temperaturas superiores).

Por las fotos alguno dirá que no hay para tanto, pero en medio del sol no tenía fuerzas para sacar la máquina fotográfica. De todas formas ver las fotos de la próxima entrada.

Todas las fotos las hice yo el jueves 7 de agosto de 2014.

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