lunes, 2 de diciembre de 2013

Camino francés 2012: De Astorga a Fuencebadón.

Antes de amanecer me levanté, pues la etapa se esperaba dura, no tanto por la duración ni por la subida, sino que a la hora de llegada se esperaba mucho calor, como así fue por la tarde que alcanzamos más de 38º C al sol.

Después de desayunar o más bien de empujar las pastillas con un batido acompañado de unas pastas para que empapara el líquido y no diera golpes por el estómago. Salí con una pareja habitual, pero pronto fueron seducidos por un bar abierto antes de las siete, donde desayunarían algo caliente.

A la salida de Astorga me adelantó el peregrino madrileño acompañado por su perro, un joven pastor alemán que llevaba unas alforjas con su plato, bebedero y un paquete de pienso. Se quejaban de las noches frías, pues después de la peor que fue en Villadangos del Páramo, le siguió en Astorga, donde él durmió en el albergue y el perro en un patio trasero.


los perros son como los niños que difícilmente miran a la cámara


Prosiguió la subida hasta la ermita del Ecce Homo que estaba abierta desde poco después de la siete, pues una señora me dijo: "Los peregrinos pasan por aquí preferentemente por la mañana y queremos que esté abierta".

Ermita del Ecce Homo a la salida de Astorga (León)


Tras la correspondiente visita, seguimos el camino que cada vez va subiendo.

Cuan larga es la sombra de un peregrino madrugador.
Dejas atrás Murias de Rechivaldo y Castrillo de Polvazares, en gran parte porque el camino rodea ambas poblaciones, hasta que llegamos a Santa Catalina de Somoza.

Llegamos a Santa Catalina de Somoza

Iglesia parroquial de Santa Catalina de Somoza

En la calle Mayor a la salida de Santa Catalina de Somoza
Por la próxima localidad que pasaremos es El Ganso y tras de sí por un florido camino en ascenso llegamos a Rabanal del Camino.
















Por Rabanal del Camino ya había pasado en el 2007, año que solo hice tres etapas del Camino, lo suficiente para llegar el segundo día a Ponferrada, donde ese año tenía lugar las Edades del Hombre dedicado al Camino de Santiago.

Desde mi primera visita en 1999 el pueblo y sus establecimientos habían cambiado.

Los albergues eran los mismos. Como tenía intención de continuar el camino, seguí la sirga peregrinal que pasa por dentro de la población. Frente a la iglesia en el albergue de Gaucelmo, gestionado por la sociación inglesa Saint James, pedí que me sellaran la credencial. Después continué mi marcha hasta Fuencebadón.

Ábside de la iglesia de Santa María en Rabanal del Camino

Fuencebadón

la antigua iglesia ahora es el albergue parroquial

El Camino me llevó hasta la antigua iglesia, hoy compartida como albergue y parroquia.

El albergue está gestionado por los Padres Agustinos de Zaragoza o al menos de esta procedencia eran los hospitaleros que nos atendieron.

Primero me asignaron una cama. Ya habían llegado cuatro jóvenes aragonesas que me adelantaron a mitad de etapa. Lo que hace la juventud y las fuerzas, pues habían salido desde Astorga. Después de ducharme, cambiarme la ropa y curarme la uña del dedo gordo del pie derecho, la que sería la protagonista del siguiente día, me preparé una comida, mal elección, pues en Rabanal me compré u sobre de pasta, de esa que se hecha una cantidad de agua y se hierve durante unos minutos. Estaba buenísimo, pero la mala elección fue porque por la noche tocó espaguettis con tomate y atún.

Por la tarde lo primero fue lavar la ropa, más aún porque el día anterior no lo hice en Astorga y tenía doble colada. Lo más rápido era el secado con el excesivo calor que caía. También tuve un rato para el descanso.

acceso a la entrada de la iglesia


casas abandonadas de Fuencebadón








con el calor que hacía el gato estaba frito.



Hay que recordar que, cuando pasé por Fuencebadón en 1999, el pueblo estaba abandonado.

Ya en 2007 y más aún ahora, gracias al Camino, el pueblo vuelve a tener un censo mínimo en invierno, lo que quiere decir que hay gente durante todo el año. Hay dos albergues más, uno de ellos vegetariano. Así como una casa rural.

A una determinada hora de la tarde, creo a las 17 horas,  nos reunimos bajo el tejadillo que cubre la entrada, donde tuvimos momentos de oración, intercambio de nuestras vivencias y cantamos juntos. Luego se hicieron dos grupos, uno que preparó la cena, y otro que preparamos la Eucarístía. A mi me tocó el segundo.







Los primeros lloraron y lloraron, cortando cebolla, para hacer un sofrito (el tomate era de bote). Finalmente hirvieron los espaghetti. Paralelamente el grupo de coreanos, que no se enteraban de nada, prepararon una "palangana" (por la cantidad y parecía un flan, todo pegado) de arroz blanco.








Después, poco antes del atardecer, fuimos a un espacio detrás de la iglesia para ver la puesta del sol y para recibir la bendición del peregrino.















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