viernes, 2 de diciembre de 2016

Camino Sanabrés. Orense y 4

Después de comer me fui a la cercana estación de autobuses a recoger mi mochila y ya con la casa a cuestas atravesé primero el río Miño por el puente romano, el centro de la ciudad, el centro histórico por la catedral de San Martín hasta el albergue de peregrinos.

Como suele pasar con los planos que como bien dice su nombre son planos y no muestran los desniveles del terreno, pues antes de llegar al albergue me obsequiaron con una larga escalinata, parece que no llegaba, parándome para coger fuerzas, pues era un preámbulo del camino.

El albergue de peregrinos se encuentra en donde estuviera la iglesia del convento de San Francisco. Aquí ya pernocté en el 2002.

Actualmente en terrenos de dicho convento está el cementerio de Orense.

También se conserva el claustro del convento al que pertenecen las fotos que os voy a mostrar ahora. El nivel superior (tejados y otros) se encuentra en restauración, por lo que se pueden ver algunos andamios. Lo visité en 1976, cuando pertenecía a un cuartel del ejército.

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense

Claustro del convento de San Francisco en Orense


Después de instalado en el albergue, visité el claustro antes de que oscureciera. Luego me fui a comprar provisiones para cenar, para desayunar y para prepararme a la mañana siguiente un café con leche calentito que llevaría en un termo, pues el frío enfría la cantimplora del agua, dejando la bebida a una temperatura no grata para el estómago.

En este albergue que dispone de cocina, microondas, lavadora, secadora (un letrero decía que no funcionaba), pero sin menaje (ni un triste vaso, plato, cubierto, ...). Por ello tuve que ir a un bazar chino, para comprarme un vaso y así calentar la leche a la mañana siguiente en el microondas, de esta manera incrementar el ajuar de mi mochila, pues la ausencia del vaso podría ser necesaria en otro albergue y en ese caso sin la oportunidad de conseguir lo necesario.

Siempre llevo un cuchillo multiusos, una cuchara y un tenedor (comprados en Decathlon) y una caja con especies, sopicaldos, pasta de sopa, aceite para aliñar una ensalada o prepararse una sopa calentita. Siempre recomiendo llevar embutido, queso y pan, con los que se pueden reponer fuerzas o solucionar una cena. En esta ocasión llevaba una longaniza buen apoyo para todo el camino. El pan me lo compré al final de la primera etapa en Cea.

Y a dormir pronto, pues mañana hay que empezar el Camino, a pesar que las previsiones meteorológicas pronosticaban lluvia.

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