Si hay algo que quiero compartir en este Blog es mi experiencia con el Camino de Santiago.
Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela, donde en la cripta se encuentran las reliquias del Apóstol fin del Camino de Santiago.
Hace años en las décadas de los setenta y los ochenta veía con admiración aquellos que salían en los Telediarios que recorrían los camino hacia Santiago, gran parte por las cunetas de las carreteras españolas.
Ya en la década de los noventas el acercamiento se hizo mayor. Un amigo, Miguel, creo en 1993 hizo el tramo final del Camino Primitivo entre Lugo y Santiago.
La invitación del Apóstol, para que me sumara al Camino, ya no tenía excusa de no aceptarla. Por lo que en 1999, último Xacobeo del siglo XX y del segundo milenio después de Cristo era la oportunidad, para intertarlo. ¿Pero sería capaz de hacerlo? Siempre me ha gustado caminar, pues papá tuvo carnet de conducir, pero no tuvo coche, y como le gustaba mucho viajar, a muchos lugares había que llegar a pie.
Nunca había llevado una mochila con la casa a cuestas.
Arqueta de plata que contienen los restos del apóstol Santiago en la cripta de la catedral de Santiago de Compostela.
Tras varios años de pensar en el tema, a principios de 1999 me compré la Guía del Camino de Santiago de la editorial El País-Aguilar y como entonces podía, me fui a tienda de deportes cerca de la Sagrada Familia, donde trabajaba, y me dejé asesorar. Primero ante todo comprarme un par de botas para el Camino, considerando que lo haría en el mes de agosto, y varios pares de calcetines adecuados. Con ellos empecé a hacer una preparación, que la propia guía recomendaba. Principalmente los fines de semana recorría distancias, empezando por 10 kilómetros, añadiendo cada día alguno más hasta llegar a distancias próximas a los 30 Kms, normalmente sólo con un macuto con agua y otros menesteres. Las últimas caminadas las hice con una mochila de paseo con cierto peso (una forma de ir cargado era llevar un bidón lleno con cinco litros de agua).
El templo expiatorio del Tibidabo culmina la sierra de Collcerola en Barcelona
Mis recorridos previos habituales eran andar por la Carretera de las Aguas, por los caminos de Vallvidrera o del Tibidabo, subiendo hasta el templo expiatorio del Tibidabo, por el camino de la Font Groga, ermita de San Medín, pino de Can Xandri hasta llegar a Sant Cugat (este trayecto es Camino de Santiago catalán a Montserrat y en algunos puntos está señalado con las flechas amarillas).
Ermita de San Medín en la sierra de Collcerola (foto de internet)
Otras veces daba una vuelta a Barcelona a trozos. Como algunos fines de semana los íbamos a pasar a Centellas, especialmente en primavera y verano, mi recorrido habitual era seguir el camino entre Centellas y Vic, ida y vuelta, o el camino entre Centellas y San Martín de Centellas y Aiguafreda, desde donde subía al Pla de la Calma hasta el Coll Formic.
Vista del Pla de la Calma (foto de montseny.org)
Más cerca del verano me compré una mochila (la primera fue una de 38 litros con unas mallas exteriores que permitían llevar alimentos o simplemente ropa sucía que de esta forma se ventilaba o como secadero de la ropa pseudolimpia aún húmeda). Digo pseudolimpia, pues ese año, llovió casi la mitad de los días y la ropa limpia olía a tigre. También me compré un saco de dormir que aún lo tengo y utilizo.
Siguiendo las recomendaciones de las guías me compré varias bolsas de nylon, que no hacen ruido, cuando se manipulan, como sí lo hacen las bolsas de plástico. También unos clasificadores para la ropa. Estas dos cosas en el "Coronel Tapioca". Me compré una cuchillo multiuso suizo que lleva una tijera pequeña y otras herramientas. Un poncho impermeable, que llegó a Santiago casi a trozos.
Con respecto a la ropa era un novato, por lo que compré unos pantalones largos de algodón y otros cortos sintéticos, camisetas de algodón.
Siempre he llevado una máquina de fotografiar, para dejar constancia de la experiencia vivida. Como los primeros años fue con una máquina analógica, tengo que escanear las fotos, para poderlas compartir. En algunos años posteriores, antes de hacer las copias de papel, me hicieron una copia digital que podré utilizar. Sólo los últimos cuatro años he utilizado una máquina compacta digital. De momento no tengo el humor de llevarme la máquina reflex, pues como voy sólo es peligroso mantener su integridad o propiedad, cuando te estás duchando o lavando la ropa.
Más adelante compartiré algunas fotos, para intentar animar a muchos y que así acepten la invitación que nos hace Jesús, para que sigamos el Camino de Santiago, el camino de nuestra vida.
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