sábado, 29 de diciembre de 2012

El Camino Primitivo: De Pola de Allande a Grandas de Salime.

Quien vea el trayecto de este tramo dirá que son dos etapas en una. Tiene razón, pues debería ser de Pola de Allande o Peñaseita hasta La Mesa y de ésta, atravesando el embalse de Salime hasta Grandas de Salime.

Yo soy un  peregrino que intenta sobrellevar sus limitaciones. Una de ellas es una vista limitada, por lo que preciso llevar gafas con cristales bifocales, pues debido al gran astigmatismo del ojo izquierdo no se recomienda la utilización de cristales progresivos. Al llevar cristales bifocales, la parte baja del cristal se enfoca a 40-50 mm, por lo que el suelo se ve desenfocado. Por ello para caminar por la montaña o por el Camino utilizo gafas de lejos y así desde la parte baja del cristal el suelo que pisas se ve enfocado.

Como tengo sobrepeso muchos te aconsejan que determinados tramos no son para ti, por ejemplo, la bajada de La Mesa al embalse, por ello decidí ir de Berducedo a Grandas de Salime por la carretera, unos 25 Kms (se podría hacer andando en 5 horas). Como por esas fechas se cumplían 50 años de la construcción de la presa de Salime, vi alguna fotografía del mismo, pero sobre todo una vista desde la parte inferior del embalse, la carretera parece una pasarela aérea sobre el pantano. Imposible para mi vértigo.

En internet (Wikipedia) sólo he encontrado esta vista aérea del pantano. La carretera pasa por la parte superior, las rampas son casi verticales, por lo que os podéis imaginar la perspectiva que se puede conseguir si fotografías el rebosadero desde el lecho del río inferior.

Cuando llegué a Berducedo, si pasaba algún autobús en dirección de Grandas de Salime y me dijeron que sí, un par de horas más tarde, por lo que decidí esperarlo. Gracias a ello llegué a Gradas de Salime con el tiempo suficiente de poder visitar el museo Etnográfico, ante todo un descubrimiento y una oportunidad de recrear tiempos pasados.

Por ello empiezo a describir esta etapa. Como día anteriores poco después de las 7 de la mañana, creo recordar que servían el desayuno muy pronto, para atender a peregrinos. Ante las dificultades que os he comentado antes, decidí seguir la carretera y en menos de una hora pasé por Peñaseita, donde el albergue parecía sumido en un sueño, pues ninguna ventana o puerta se abrió, el lugar parecía desierto. Ante las alertas que avisaba el plano de ruta diario seguí por la carretera.



Por la carretera se da más vueltas, pero si sube suele ser constante, pues el camino sube y baja, además ante mi dificultad de ver el suelo que piso por carretera vas un kilómetro o más a la hora más rápido que por el camino. Además en estas zonas de montaña te puedes encontrar ganado y si está tranquilo, vale, pero si encuentras, como yo una vez en el Pirineo, a un toro cubriendo a una vaca con el miembro empalmado en medio del camino, cualquiera iba a importunar al toro en la faena y tuve que deshacer el atajo y subir por la carretera.





Después de una larga subida llegué al alto del Palo, donde el camino se une con la ruta que viene de los Hospitales. Por este camino se veía algún peregrino, amenizado por ganado suelto. Por mi parte tuve que pasar entre caballos, yeguas y potrillos.











Luego viene una bajada, donde recuperas el aliento hasta Montefurado.

                                                                  Montefurado, en la bajada del alto del Palo hacia Berducedo.

El camino sigue por Lago hasta Berducedo.




A la altura de Lago el camino se cruza con la carretera. Éste es el norteamericano que conocí en Salas que hoy ha dormido en el albergue de Peñaseita. Su acelerada marcha ayudado con dos palos, parece una Carterpillar en funcionamiento desbastando el camino. Como os podéis imaginar él iba por el camino y yo por la carretera. Para los que no la conozcan Carterpillar es una de las principales fábricas americanas de maquinaria para movimientos de tierra.

Éste soy yo, Juan Maria, un peregrino de trozos, que por si ... lleva una esterilla encima de la mochila.

Como es comentado antes sobre las 13:30 llegué a Berducedo. En Casa Gago pregunté si pasaba el autobús, pues con la suerte que tengo yo, lo lógico es que hubiera pasado por la mañana.

Como Grandas de Salime es el último pueblo importante de Asturias, el autobús de Oviedo, sólo llega hasta allí. De A Fonsagrada sale el autobús que llega hasta Lugo.

Como sólo tenía que espera un par de horas y la alternativa era andar por la cuneta de la carretera, durante cinco horas con un sol radiante, el paso por la temida pasarela sobre la presa, me quedé en Casa Gago y le pregunté a la señora Amalia, si me podía preparar algo para comer. Creo recordar que me preparó dos huevos fritos con unos trozos de lomo también fritos y patatas fritas. Otros acompañamientos serían suposiciones. Sobre las 15:30 pasó el autobús, en donde iban varios peregrinos que comenzarían al día siguiente desde Grandas de Salime. En una hora de vueltas a derecha e izquierda llegamos a nuestro destino. Cuando pasé por la presa, vi que la impresión no era tanta, si cruzabas por el lado del embalse, pues el otro si que daba yuyu, pues la barandilla de hierro, mas bien estaba podrida. La vista sobre el lecho inferior del río era casi vertical.

Mientras el autobús subía desde la presa al pueblo vi a dos peregrinas que se refrescaban en lavadero. Me fijé, pues eran de mi edad, y una de ellas llevaba unos pantalones cortos que parecían confeccionados con tela de cortinas, con flores. Como si fuera en la película de Sonrisas y lágrimas, cuando la institutriz cose ropa de juegos a los hijos del capitán. Más tarde las conocería y cenamos juntos.

El autobús nos dejó cerca de la iglesia y enfrente estaba el albergue. Gracias al salto de la rana o el juego de la oca: de oca en oca, llegué antes y conseguí una cama bajada, pues de lo contrario me hubiera tocado las alturas y este día ya tenía suficiente con la subida matinal al alto del Palo (menudo palo, si subes con el calor del mediodía o de primeras horas de la tarde).

Después de ducharme, cambiarme la ropa, lavar la ropa sucia me fui a visitar el museo Etnográfico.

Un hogar típico de las poblaciones de montaña, donde se tienen que pasar los largos y fríos inviernos. Me recordaba al hogar de casa de la abuela en Aragón con una banca y esto que nosotros íbamos allí principalmente en verano, pero alguna vez en Semana Santa, el frío agradecía el calor del hogar.

                                                    Sobre este arcón tenían varios dispositivos para cazar ratas y ratones

.                                                      Aquí las rateras son más evidentes.

                     Aquí vemos una prensa de uva y utensilios para el manejo del vino en una bodega.



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