Como en mi anterior entrada ya tenía suficientes fotos, preferí desdoblar la etapa y mi estancia en Rates.
Cuando llegué a Rates, caía un sol de justicia, casi no había nadie por la calle, salvo unos tomando un refresco bajo la sombra en la terraza de un bar, bar al que más tarde iría a comer.
Busqué el albergue, pero me lo encontré cerrado. Pregunté en un supermercado que se encontraba casi delante y me dijeron que habrían por la tarde.
Por ello volví con mochila y todo hacia el bar que había visto abierto.
Después, como aún faltaba rato, para que abrieran el albergue fui dando un paseo por la población, viendo sus monumentos, sus casas y fotografiándolos.
Como la iglesia de San Pedro estaba abierta, sombreada y fresquita, invitaba a visitarla.
Esa pareja de jóvenes, aprovechando la sombra, se estaban reconociendo a fondo.
Como, cuando terminé mi visita de la población, aún no habían abierto el albergue, entonces hice cola en el patio que se podía entrar y allí me encontré a un grupo de alemanes, mayoría mujeres. Después con el tiempo los fui conociendo. Jorge un médico peruano que fue a Alemania para hacer la especialización y se casó allí, era mi interprete. Luego un chico, casado con una portuguesa, que venían a veranear a Portugal y él se escapó unos días para hacer el Camino de Santiago. También había un grupo de alemanas, más bien de mi quinta que bebían como un cosaco o toda la tropa. Dos chicas jóvenes que era toda una exhibición los preparativos que hacían cada mañana antes de empezar a caminar.
Delante del albergue, traspasando el mencionado patio había un museo rural, del que he dejado constancia fotográfica.
Mientras esperaba a que abrieran el albergue las alemanas seguían bebiendo, primero se bebieron varias cervezas cada una, luego intentaron comer algo, por lo que lo acompañaron con vino y con el postre más cerveza. ¡Que saque!
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