Sigamos nuestra visita a este emblemático edificio de Barcelona construido por Gaudí y destinado a ser pisos de alquiler en el Ensanche barcelonés.
Ya hemos llegado a la azotea. Aquí hay que tener cuidado, como cuando se subían las escaleras del Templo de Jerusalem, pues los escalones eran de tamaño diferente, para que los visitantes estuvieran atentos a que entraban a la casa de Dios. Si los escalones fueran iguales, los visitantes se distraerían, hablarían sin el respeto suficiente al templo que iban a visitar.
En La Pedrera la azotea está a diferentes niveles, como si fueran las olas del mar, sube y baja. Por ello en los lados hay unos escalones que permiten salvar los desniveles fácilmente, pero en el centro los supuestos escalones son más pronunciados, por lo que si vas distraído, fotografiando, te puedes llevar un susto.
Subirachs, el autor de la fachada de la Pasión del Templo de la Sagrada Familia, se inspiró en las chimeneas de La Pedrera, como si fueran los soldados romanos en aquella Judea invadida.
Esta chimenea parece una cara asombrada.
Estas chimeneas parecen soldados alertas.
Al fondo se ve el Templo de la Sagrada Familia
Estas ventanas parecen las troneras de un navío de guerra
Fachada interior del edificio que da al centro de la manzana de casas
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