sábado, 7 de septiembre de 2013

Camino 2013: De Villafranca a La Faba. Empieza la subida O Cebreiro

El pasado sábado 24 de agosto me levanté bien pronto, a pesar que tenía la alarma puesta a las 06:00 horas, empezó la movida antes. Primero me pongo las gotas en los ojos contra el glaucoma, después nuevamente al lavabo, pues la penitencia iba por ahí, vestirse, plegar el saco de dormir e introducirlo en la bolsa de compresión, recoger todo y ordenar dentro de la mochila todo el material.

Yo ya voy por la tercera mochila, la primera de sólo 38 litros con una malla exterior donde convivía la ropa sucia o húmeda (el primer año llovió cinco días de diez, impidiendo el secado de la ropa) con la comida, la segunda de 65 litros fue jubilada, pues se rompían los tirantes, la tercera de 55 litros.

Primero pongo el saco de dormir en el fondo, en un lado las chancletas dentro de una bolsa de nylon (éstas no hacen ruido mientras las manipulas, mientras que las de plástico son todo un concierto en el dormitorio del albergue) y en el otro el pote del gel de ducha. Encima un distribuidor rectangular con toda la ropa. El neceser-botiquín. Otras bolsas de nylon con medicamentos, con varios, con el jabón para lavar y las pinzas (las pinzas de madera las marco con mis iniciales, pues si emigran en el tendedero, son fáciles de recuperar). Llevo otra bolsa con comida, a caso la única que es de plástico, con queso, chorizo, pan para solucionar algún almuerzo o cena, también llevo barritas energéticas (dulce de frutas o gel) y encima las toallas sintéticas compradas en Decathlon. La mochila tiene tres bolsillos: el central es isotérmico, donde llevo una cantimplora de aluminio, capacidad un litro,  con un tubo (también comprado en Decathlon) que sirve de hidratación que tiene el inconveniente que, si sólo llevas agua, sabe a plástico, por lo que se recomienda añadir una lata de Acuarius. En el mismo bolsillo llevo una botellita de 0,5 l de agua que sirve de aviso, cuando ya te has bebido el litro inicial. A cada lado lleva un bolsillo adicional, donde en uno pongo el cargador del móvil y el cargador de las baterías de la máquina fotográfica, una linterna frontal, una linterna posterior con diferentes señales en rojo. En el otro bolsillo llevo un tubo de vaselina, tiritas, cremas hidratantes para los pies y piernas, ...

Como hace 25 años me caí y me rompí el epicóndilo del húmero izquierdo y tras dos operaciones me quedó la articulación del codo limitada a un 50%. Por ello las dos cosas que llevo peor son ponerme los calcetines y luego calzarme. Por ello una vez realizadas estas dos funciones, bajo con la mochila y el bastón telemétrico al comedor, para desayunar o mejor dicho tomar el pastillamen, empujado por un bifrutas o zumos o en algún caso agua, acompañado por madalenas, pasta u otro bocado, para que los primeros no bailen por el estómago.

Hoy acontecía lo mismo que ayer en Ponferrada, pues a la salida del albergue pasas frente a la iglesia de Santiago, luego por el castillo y por unas calles desembocas en la calle del Agua por donde sigue la sirga peregrinal. Casi al final giras a la izquierda y cruzas un puente sobre el río Burbia. Por ello puedes salir del albergue de noche, aunque pronto aparecerán las primeras luces y después amanecerá.

Tras cruzar este río, seguirás durante gran parte de la etapa el cauce del río Valcarce. Durante un kilómetro y medio primero sigues la acera y finalmente el arcén de la carretera que comunica con la antígua carretera nacional.

Como ahora existe la autovía, la antigua carretera nacional sólo tiene una utilidad local, por lo que han sacrificado parte de su ancho, para hacer un andadero, aislado por un separador de hormigon.

andadero junto a la antigua carretera nacional entre Villafranca del Bierzo y Pereje
Ahora no tiene  ninguna complicación, pues en 1999 este andadero no existía y el camino circulaba a la izquierda de la valla protectora. Imponía, cuando venía un camión de frente a más de 80 Km/h.

Pero siempre hay un peor, pues aquel día del mes de agosto de 1999, cuando empezamos a salir de Villafranca empezó a caer las primeras gotas. Por la carreterilla de acceso junto al río la lluvia se animaba, hasta que llegamos junto a la nacional, donde la lluvia era continua.

A lo lejos ves venir un camión, a toda leche, y tras de sí la cortina de agua que levantan. Te imaginas lo que va a pasar, pero ..., si después de que pase el camión una cortina de agua te moja de arriba a abajo. Cuando viene el siguiente camión (solían pasar uno o dos cada minuto) ibas contando: cinco, cuatro, tres, dos, uno, IMPACTO. No podías detenerte, pues querías subir a O Cebreiro. Un nuevo camión y a contar. Si ibas en fila india, había agua para todos. Gracias que yo llevaba pantalones largos, pues a los que llevaban pantalones cortos el agua se deslizaba por las piernas y entraba por dentro de las botas.

Días después vi peregrinos con el modelo "Viriato", es decir, con una bolsa de basura entre el calcetín y la bota, sujetada a la piel con esparadrapo, para evitar que el agua que se desliza por las piernas no entre dentro de la bota y mantener los pies lo más seco posibles.

Contra esta cortina de agua no hay chubasquero que aguante.

Pero volvamos a la seca realidad de este día de agosto de 2013, seguí el andadero hasta poco antes de Pereje, donde hubiera querido llegar ayer de no ser por la penitencia impuesta.

cerca de Pereje

cerca de Pereje

cerca de Pereje

cerca de Pereje
 Cuando llegue al Pereje, para cumplir con la penitencia, parada en el único bar existente.

Luego el camino vuelve al andadero junto a la carretera. Me sigue un grupo de italiana, jóvenes y guapas, acompañados por otros extranjeros, pues en parte hablaban inglés. No volvía la vista atrás por el medio de ser adelantado. Legamos Trabadelo, nos separamos de la carretera y yo visito el primer bar.







La marcha prosigue por La Portela, Ambasmestas y Vega de Valcarce. Me recuerdo que aquyí en parador de carretera, que coincide con una salida de la autovía, almuerzo un bocadillo de tortilla a la francesa con cola. La duda ofende, visita final al lavabo.

El camino se aleja del recorrido de la autovía que nos ha acompañado sobrevolando el camino mediante puentes elevados, así como la antigua carretera nacional.











Pronto llegaré a Ruitelán, donde me tomé en el primer bar un Acuarius.



Poco a poco nos acercamos a Las Herrerias, donde comienza la subida O Cebreiro.





Milagrosamente no tuve que visitar al primer bar de Las Herrerías. Allí vi una empresa que ofrecía a los peregrinos el servicio de subir a lomos de caballo a O Cebreiro. Al día siguiente unos peregrinos con los que coincidí en varias ocasiones utilizaron con éxito este servicio.

A la salida de Las Herrerías el camino es plano, pero pronto por una carretera empinada asciende, hasta que a mitad camino, recomienda a los ciclista que continuen poir ella y a los peatones nos dirige hacía un camino, plano al principio, pero lleno de piedras hasta que llegamos hasta La Faba, donde yo buscaré descanso hoy.

La primera vez que subí este camino me dijeron que las piedras de este camino eran los cráneos de los peregrinos que no habían podido llegar a su meta. Gracias que al menos el camino está sombreado. Con sol uno bajaría a buscar el servicio con caballos.




el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

La gran parte del camino era con estas piedras, pero yo por prudencia, cuando subía por tramos como éstos no estaba para fotos sino para lo que estaba. Por eso sólo veréis fotos de zonas más dulces.

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba

el camino de Las Herrerías a La Faba


el camino de Las Herrerías a La Faba
Dejo para una nueva entrega un breve comentario sobre La Faba.

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